martes, 10 de agosto de 2010

One Million Years B.C: Dinosaurios en stop-motion y Raquel Welch en bikini.

“One Million Years B. C.” (1966), es una cinta de aventuras del director Don Chaffey, la cual está protagonizada por Raquel Welch, John Richardson y Percy Herbert.

En los tiempos prehistóricos, los hombres se guían por sus instintos de supervivencia, compitiendo contra los grandes depredadores y las tribus rivales. En una de ellas, Tumak (John Richardson) es expulsado de su clan por haberse peleado con su padre. Tras vagar durante días, es salvado por el pacífico Pueblo de las Conchas, donde Tumak se enamora de Loana (Raquel Welch), una de sus miembros.


Intentando repetir el éxito obtenido con la cinta de aventuras “She” (1965), la Hammer quería reunir a los artistas de la productora Seven Arts, Ursula Andress y John Richardson, en un remake del film de Hal Roach, “One Million B. C.” (1940). Esta sería la primera de una serie de epopeyas de corte prehistórico que la casa del martillo realizaría durante la segunda mitad de los sesenta y principios de los setenta. Con el fin de superar los efectos especiales realizados en la cinta de Roach por Roy Seawright y Elmer Reguse, la Hammer solicitaría los servicios del maestro del stop-motion Ray Harryhausen. Por otro lado, la dirección general de la película recaería en la persona de Don Chaffey, quien ya había trabajado con Harryhausen en la magnífica “Jason and the Argonauts” (1963). Cuando Ursula Andress abandonó el proyecto para participar en “Casino Royale” (1966), los ejecutivos de la 20th Century Fox (quienes estaban a cargo de la distribución de la cinta) propusieron como su reemplazo a Raquel Welch, quien recientemente había participado en el film de Richard Fleischer, “Fantastic Voyage” (1966). Sin demasiado entusiasmo, Welch aceptó el rol pensando que la cinta sería olvidada rápidamente. El tiempo terminaría demostrándole lo equivocada que estaba.

Una vez conformado el elenco y el equipo técnico, Chaffey y compañía viajaron a las Islas Canarias donde se rodaron gran parte de las escenas del film. En medio de la tierra volcánica de las islas, los actores tuvieron que luchar contra dinosaurios invisibles, los cuales posteriormente serían insertados por el maestro Harryhausen. De hecho, el mismo Harryhausen trabajaría mano a mano con los actores ayudándolos a ejecutar sus coreografías. Todo el proceso de creación de los dinosaurios y sus respectivas animaciones le tomaron alrededor de nueve meses, tiempo que la compañía Bowie Films aprovechó para crear una secuencia especial en la cual se intentaba recrear la creación de la Tierra, la que finalmente sería insertada en el prólogo del film. Dicha secuencia no dejaría satisfechos a los ejecutivos de la Hammer, por lo que eventualmente sería reemplazada por algunas imágenes de archivo de erupciones volcánicas para lograr el efecto deseado. Aunque la secuencia de créditos inicial va acompañada de una narración en off que intenta darle un toque documental a la cinta, esta difícilmente podría ser vista como un estudio serio acerca de la evolución humana o la edad de piedra.

Aunque la cinta no tiene una trama definida, si hilamos fino podríamos llegar a la conclusión de que la historia es una especie versión rústica del relato de William Shakespeare, “Romeo y Julieta”, donde los Montescos y los Capuletos son un par de tribus prehistóricas enfrentadas tanto por sus diferencias físicas como por sus costumbres; por ejemplo, mientras que la tribu del protagonista está dominada por la violencia y la ley del más fuerte, la tribu del personaje de Welch es más “civilizada” ya que sólo recurren a la violencia al momento de obtener alimento, e incluso existe una preocupación por educar a los más pequeños. Básicamente la cinta relata las aventuras de Tumak, un cavernícola que se ve obligado a dejar la caverna que alberga a su tribu luego de pelearse tanto con su padre como con su hermano Sakana (Percy Herbert), quien desea quedarse con la mujer de Tumak, Nupondi (Martine Beswick). Tras vagar durante algunos días por el desierto, Tumak es rescatado de una muerte segura por una tribu de pescadores a la cual pertenece Loana, quien se enamora perdidamente del extraño moribundo. Una vez recuperado, Tumak regresara a su lugar de origen para recuperar el puesto de cabecilla de la tribu, el cual ahora pertenece al violento y ambicioso Sakana.

Durante el transcurso de su travesía, Tumak deberá enfrentarse a un sinnúmero de criaturas prehistóricas que van desde Tiranosaurios hasta Pterodáctilos. Son precisamente las escenas que presentan los efectos especiales creados por Harryhausen las que podrían ser identificadas como las más entretenidas de la cinta. Pese a que a Harryhausen no le gustaba utilizar animales agigantados mediante trucos ópticos en los films que participaba, en esta ocasión si recurrió a dicho efecto con el objetivo de añadirle un mayor realismo a la producción. Eventualmente, los dinosaurios de Harryhausen llegan a convertirse en los verdaderos protagonistas de un film que sacrificó toda coherencia científica en función del espectáculo. En ese sentido, el maestro señaló en una ocasión: “Creo que hice un buen trabajo en esta película procurando que la anatomía de los dinosaurios fuera básicamente correcta, según las teorías de los principales paleontólogos”. Probablemente las escenas de dinosaurios más memorables sean la de la batalla de Tumak contra un Tiranosaurio Rex, aquella en la que dos imponentes dinosaurios luchan a muerte, y aquella en la que tras secuestrar a Loana, un Pterodáctilo lucha a muerte con un Ramphorynco mientras el primero intenta utilizar a la hermosa mujer como alimento para sus crías.

En lo que a las actuaciones se refiere, estas son tan limitadas como la inteligencia de los protagonistas. Dentro de la mediocridad del elenco, quien probablemente realiza un mejor trabajo es John Richardson, ya que por lo menos el actor logra que su personaje resulte creíble, aunque por otro lado no llega a generar la simpatía del espectador. Como es sabido, Raquel Welch no llamó la atención por sus dotes actorales sino por la fotografía donde aparecía en un exótico bikini, la cual fue tomada por Pierre Luigi. Dicha fotografía formaba parte de la estrategia comercial de la Hammer, quienes buscando explotar el atractivo de la actriz, convirtieron la fotografía en una tarjeta de Navidad la cual le fue enviada a cientos de dueños de teatros de toda Europa y los Estados Unidos. Indudablemente esta estrategia daría sus frutos ya que “One Million Years B. C.” se convertiría en una de las producciones más rentables del estudio. Cabe mencionar que la famosa fotografía en bikini, sus encantos naturales y una escena que recuerda bastante a la escena que hizo famosa a Ursula Andress en la cinta “Dr. No” (1962), terminaron por convertir a Welch en un verdadero ícono popular.

Por otro lado, el trabajo de fotografía de Wilkie Cooper resulta ser correcto, mientras que la banda sonora escrita por Mario Nascimbene, la cual está compuesta por una gran cantidad de efectos de sonido, resultar ser efectiva pero rápidamente olvidable. El hecho de la que la cinta carezca de diálogos y que no presente una trama bien definida, por momentos dificulta el seguimiento de una historia que parece estar guiada únicamente por el instinto de sus protagonistas. Pese a esto, “One Million Years B. C.” presenta una serie de elementos que la salvan de ser una película mediocre, partiendo por los estupendos efectos especiales creados por Ray Harryhausen, a lo que se le suma el hecho de presentar a los protagonistas como seres “elementales” cuyo vocabulario es más que limitado (curiosamente este recurso fue ampliamente reprochado por la crítica de la época), y la belleza incomparable de Raquel Welch. Obviamente “One Million Years B. C.” no pretende ser una película realista, sino sólo ser una fantasía ambientada en un mundo muy antiguo, donde personas, animales y el propio ambiente reaccionaban a principios elementales, siempre velando por su subsistencia, aunque sin dejar de lado el aspecto estético de sus ropas. En definitiva, nos encontramos con una producción interesante que se acerca más al onirismo que al cine (pre)histórico.




por Fantomas.

3 comentarios:

Pepe Cahiers dijo...

Raquel Welch incono de un mundo imposible de hombres y bestias prehistóricas. Si las mumeres trogloditas tenían ese aspecto, no me extraña que nos costara tanto alcanzar conocimientos técnicos.

Möbius el Crononauta dijo...

Raquel Welch es la cumbre de la civilización. ¡Pequeño gran clásico!

Pliskeen (David Ribet) dijo...

Aquí otro que no pudo resistirse a los encantos de esta mujer.

La película es casposilla, pero tiene su irresistible encanto.

Saludos ;)

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